09 November 2005

"Cosas que te iluminan la cara"

Comparto una pequeña reflexión que mi psicóloga y amiga, AraA, me hizo en un momento de duelo:
Estábamos hablando (aparentemente para distraerme), de las cosas que me divertían de la Universidad en la que estudio, y de pronto, al yo mencionar "Club de Debate", ella se empezó a reír, y me dijo: -¿Ves? ¡Aférrate a eso!-
Ella había visto cómo de pronto se elevó mi tono de voz, se me enrojeció el rostro, mis ojos tenían chispa, y mi cara relumbraba.
No es la primera vez que gente que respeto mucho me felicita por la pasión con que emprendo ciertas cosas que me gustan, y yo siempre pensé que era lo normal.
Hasta que sentí lo rápido que se curó -temporalmente- mi duelo.
Vivir los duelos es muy importante: Es la forma en que el cuerpo se separa de lo habituado (sí, sí existen duelos de orígen puramente somático), la mente de lo conocido, y el alma de lo amado.
Pero los duelos no deben hundirnos. Las emociones deben ser un motor, pero -si se los permitimos- se convierten en un freno, o peor aún, nos cambian a reversa.
¿Dónde está, pues, el equilibrio entre la sana vivencia del dolor que nos despide de algo, y la continuación de la vida normal?
Pues precísamente allí: En el equilibrio; en medio.
No debo evadir, ni con hábitos nerviosos, ni con cambiar de pensamiento, el sentimiento de duelo, al contrario; tengo que sentir lo que tengo que sentir, porque las emociones no las controlo, pero también puedo decidir si dejo o no que me controlen a mí.
La segunda parte -la retención del control- tiene dos elementos: El no-cambio de hábitos salvo que sea necesario o trascendental (seguir saliendo, seguir socializando, seguir pensando, seguir ejercitando, seguir trabajando... seguir creciendo,) y (el punto medular de esta entrada) el uso de las actividades apasionantes, que no son un distractor, sino algo que nos recuerda las razones para seguirnos esforzando. Como en el deporte extremo, la pasión y la voluntad nos hacen seguir aunque duela, sin buscar por eso evadir el dolor, ni querer hacernos más daño.
Ustedes también, si quieren, aférrense a las cosas que nos iluminan la cara.
No sólo sirven para superar y vivir duelos, sino para encontrarle a la vida un sabor.
Nadie que pase su vida haciendo nada vive bien; en cambio, el barrendero que se apasiona con su labor es el hombre más felíz del mundo.

2 comments:

Nerea said...

Tener pasión es estar vivos.

Te quiero mucho Cheve, suerte en tu blog.

Unknown said...

Gracias!! lástima que tanta gente escoja estar muerta...
Suerte, cuídate.