06 September 2006

[b]CARO DATA VERMIBUS*[/b]

[i] Escrito para el felíz taller literario de Marius, mientras veíamos una estupidez en clase de Civil. No me gustó tánto como otros míos al momento de escribirlo, pero ha recibido muy buena crítica, y por ende lo publico, a ver qué les parece: [/i]

El sonido del agua apaciguó sus nervios, y se dio un breve respiro, oliendo la brisa y escuchando el relajante rugir de la cascada.
Apretó los puños, sintiendo la sangre que se resbalaba por su brazo. Tomó una bocanada de aire, esta vez con decisión, y su mirada se tornó grave y resuelta.
De cerrar tan fuerte las manos, las estrías en el mango de su pistola le herían la palma izquierda.
El brazo del cadáver -que sostenía con la otra mano- quedó púrpura de la presión.
Ya con mucha mayor firmeza, siguió arrastrando el cuerpo...
Pasó del hermoso claro de Misol-Ha a la espesa jungla chiapaneca; la brisa húmeda dio paso al ocre olor de la hojarasca que se pudre, dulce y molesta; y el majestuoso caer de las aguas fue sustituído por el zumbar de los mosquitos.
Sus sentidos no daban con un lugar para depositar el pesado cuerpo. El calor, y las horas de pesada marcha, hacían su mella en el encubridor.
De repente, un olor amargo golpeó sus fosas nasales. Sin entender del todo porqué, se encaminó hacia éste inesperado cambio.
Al poco tiempo, llegó a un pequeño claro, centrado alrededor de senda laguna ennegrecida, de aguas estancadas y podridas. Decidió que aquél era el lugar idóneo.
Con cuidado, buscó una vereda que bajara lo más cerca posible a la laguna. Ya en el lugar más conveniente, se detuvo un momento... Pese a la molestia del olor que irritaba su pensamiento, alcanzó a percatarse de lo abierto, lo expuesto, que estaba aquél claro, y de lo peligrosa que le resultaba su posición.
Con un vigoroso tirón de su muñeca, girando la cadera para aumentar el impulso, se liberó del peso que lo agobiaba, y miró con satisfacción cómo el cuerpo inerte rodaba por la vereda, para caer estrepitosamente en el agua, quebrantando el silencio y la quietud de la superficie.
Lo último que se empecinaba en no hundirse era la cabeza, que parecía mirar acusadoramente a los ojos de su antiguo portador.
-¡Cabrón! Ni después de muerto, dejaste de oprimir al obrero...-
Su exclamación lo delató.
Sonreía de satisfacción al ver cómo por fín el cadáver se hundía.
No alcanzó a percibir de dónde provino el disparo que segó su vida.
Aún con una sonrisa en el rostro, Juán Martínez Osorio se desplomó a acompañar a su víctima.
Una voz, extrañamente mecanizada, interrumpió el silencio del bosque para avisar por su radio: -¡Misión Cumplida!-

[b]*[/b]= [i]Caro data Vermibus significa literalmente “carne dada a los gusanos”, y es de donde proviene el acrónimo cadáver.[/i]

No comments: