Voy a escribir una carta de amor para la única persona que estoy seguro jamás ha entrado a este blog -y más ahora, que lo he convenientemente quitado de mi nick. Si me da tiempo, después postearé un ensayo serio de los estigmas culturales a que siento que están condicionadas las relaciones en México. Pero sobre la carta, creo que como dice mi papá, lo cursi es lo sublime fracasado. Intentaré no caer en el exceso. No teman regañarme, mentarme la madre, y criticarme con toda su mordaz capacidad. Para evitar complicaciones, no llevará nombres. Los que tienen que saber, ya saben.
Tú:
No sé porqué me fijé en tí.
No sé porqué tuve que vencer dieciocho mil traumas ese día para sacarte a bailar.
Y estoy seguro que no lo recordarás como el momento más notable de tu vida. No hablarás en terapia del avance que implica, y en el mejor de los casos, pensarás another notch on my blade. Si lo recuerdas, sabes que tú tuviste que guiar, que cuando no estaba a dos de pisarte me estrellaba con tu mejor amiga, que no duramos ni dos minutos... Pero me fijé.
Y no hablemos de tu físico.
No hablemos de tu preciosa figura, que desprecias diario cuando comentas tu fealdad y a mí me da un infarto; no hablemos de esa cadera sobre la que pude poner mi mano por un glorioso minuto; no hablemos de esos ojos risueños, con el café oscuro de la roca, que detrás del brillo inquieto de la risa, esconden en su color la permanencia de la montaña. No hablemos de tu pelo, entre cuyos rojos rizos Dios tejió leyendas, y que cuando lo alacias, fluye y quema como lava. No hablemos de la única nieve en el mundo que calienta, que el Creador untó en tu dérmis.
No, hablemos de tí.
De una persona que me puede hacer reír hasta que me duela el estómago, que me puede engañar para hacerme una broma, ¡que tiene los tanates para recomendarme que oiga RBD en MI casa, frente a MIS amigos, cuando todos estamos oyendo MI metal! De una persona complicada, (pero luego, ¿qué no lo somos todos?), con una capacidad de amor mucho mayor a la que ella misma se da crédito; de una actríz consumada, que sin embargo no puede aceptar que se le diga que se ve bien y vive temiendo al ridículo. De una persona a la que yo he visto pidiéndonos a todos ayuda con tal de ayudar a alguien mejor aún de lo que ya lo hace.
Y si quieres que hablemos de tu cuerpo -si insistes- bástenos con decir que haces por tí mucho más de lo que he hecho yo, y que tienes una fuerza de carácter impresionante.
Hablemos, en fín, de una persona loca, ridícula, misándrica, exagerada, histérica, complicada, indecisa... y que sin embargo me tiene agarrado.
No puedo decirte lo que me pasa cada vez que no me sale un plan contigo. Es increíble que algo tan grande se fastidie por las cosas más supérfluas: dinero, gasolina, crédito, cansancio...
Por otro lado, cada vez que te veo sin planearlo no puedo dejar de sonreír.
Y no jugaré a hacernos tontos. No diré que eres la mujer más bella que he visto, como sé que jamás seré para tí lo mejor que puedes encontrar. Pero sí diré que con muy pocas de esas bellezas pensaría en pasar una vida, ni en decirle a un pequeño chevecito: "¡Mira, ahí viene tu mamá!"
Dicen que el primer amor no prospera.
Aceptemos sin conceder... y como resultado de esa aceptación, démonos una oportunidad. No pido más.
PD: Notarás que casi no digo 'te amo, te adoro, te compro un loro' y similares. Guardemos esas para los amores de papel. Nosotros, que queremos ser de piedra, no devaluemos la expresión, y, en cambio, amémonos en silencio.
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